lunes, 13 de octubre de 2008

ENSAYO CRÍTICO SOBRE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD
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Estas concretas aclaraciones son importantes:

Si yo digo que el ser humano no es una piedra no tengo por qué exponer qué es un ser humano, qué es la vida, sino sólo demuestro que “un ser humano no es una piedra”. Es decir, no me contrapongo con otra teoría, sino demuestro como errónea la aludida, como imposible.

Los términos científicos son términos asimismo filosóficos, siempre y desde que el ser humano es ser humano –conseguidos por el “saber” que es reflexivo y analítico-. Por ello el término “existir” es un término filosófico al igual que científico: algo existe porque se prueba argumentativamente con términos –contenidos de conceptos- que es un hecho empírico, que es real.

No obstante, hay términos que acumulan varios significados o connotaciones, pero es su contexto concreto el que clarifica –porque lo delimita- su significado.

La Teoría de Einstein se basa en principios de “relatividad” y él la ofreció “científicamente” en dos partes: la relatividad restringida y la relatividad general (la restringida atiende más a sistemas de referencias en supuestas inercias en donde movimientos están acelerados, atiende a las velocidades cercanas a las de la luz, tras su medición invariable por Einstein; la general a la constitución de dimensiones y a caracteres gravitacionales y a lo que comportan estados materiales ante ellos), complementarias.
Bien, cuando uno habla de ella, habla de las dos como una sustento de la otra, o sea, que la ha engendrado.

Existe, “hay” –si es más científico- una interdependencia de todo con todo si existe en un contexto. Lo que no significa que las partes –los elementos o las propiedades dimensionales- de ese contexto no se puedan desunir en otro. Por ejemplo: el oxígeno y el hidrógeno están unidos –dependen uno del otro- en… el agua, pero están desunidos en otra complejidad o, mejor diríamos, compuesto.

Algo no se mueve con respecto a nada, sino se mueve simplemente y demostrativamente por su evidencia de “cuerpo que se transforma”, y con respecto a todo. Por lo tanto los sistemas de referencia inerciales no existen sino para nosotros como utensilio, en tanto que un cuerpo –por moverse, moviéndose siempre- tiene o puede tener infinitos y ninguno en concreto, ya fijo, constante, determinado. Luego si no lo tiene éste, uno empíricamente demostrado, no existe un sistema de referencia empírico –sólo se usa para distinguir unos movimientos de otros, distinción que no se puede obtener plenamente, con medición total, pero sí advertir absolutamente-.
Por ejemplo: es imposible medir el movimiento de algo, porque se mueve, pero sí advertir que el movimiento de “algo” es diferente o sigue otras pautas de transformación a “otro algo”, en cuanto se diferencia, no es igual.

En claro, esos sistemas sirven para "distinguir", nunca para "saber" el movimiento y de inmediato -caprichosamente o soberbiamente- destinarle un veredicto de "relativo", pues un cuerpo no tiene un sistema tal sino ése que a uno -a un ser humano- le sirve y, también, infinitos podrían ser...; luego son imaginarios -pero que sirven como guía que porta contenidos, como las palabras que no existen en la realidad, así es, pero sirven porque nos simbolizan contenidos-.


Sobre los “puntos de referencia” utilizados por el lenguaje humano: Cuando existe una intencionalidad existe a su vez una fijación –un servirse de ella por voluntad para “crearse” un modelo ético o social-, algo que no es propio de la realidad extrasimbólica o de la realidad en general –exenta de la intención humana-. Ejemplos: una rosa no es “un punto de referencia” para un jardín ni un grano de arena es “un punto de referencia” para un desierto, únicamente son elementos de contextos más o menos amplios, no son modelos para seguir, no son intenciones escuchadas.

Ni el mundo ni un jardín poseen, sí, una intención, una “dirección iluminada” por favorecer a uno de sus elementos, es decir, no dejan un testamento diciendo que tal rosa es “un punto de referencia”, pues sólo supone ser un elemento más, uno; y sólo el ser humano hace o inventa que un elemento en concreto trascienda ya o sirva para su honor imaginario (para su voluntad) de ser “un punto de referencia”.

Del mismo modo un jardín no es “un punto de referencia” para un rosa, sino que “está” en los contextos que está, y éstos no son de ninguna manera puntos: son contextos, complejidades que integran diversos elementos existenciales.


Término y concepto: No me opongo a ningún término, ni siquiera al término “referencia”, sino a un concepto concreto, a un contenido o a una expresión delimitada. El término “referencia” conlleva “alusión” por lo que nunca es prescindible (al ser la misma esencia de la comunicación); un concepto “se refiere a”, “es propio a “, luego identifica de forma absoluta contextualmente, pues “se refiere a”, diferencia, determina propiedades y principios a… algo.
Pero no ocurre eso cuando ese término califica porque, entonces, no dice en realidad que “se refiere a” (algo concreto), sino que “es un referente” –para nuestro uso- pero, ahí, “referente” (un punto, una fijación) adquiere una alta ambigüedad e imprecisión (porque la deciden gustos), primando o anteponiéndose un referente ante infinitos; un error.
Así que, en mi ensayo, me opongo solamente al “punto de referencia” respecto a un sistema de referencia, respecto al sistema de referencia einsteiano.


Las transformaciones de Lorent no indican que algo sea relativo o no-constante dadas unas condiciones de su contexto que le sean constantes, sino que la masa se le cambia a algo cuando esa masa equivale a una mayor energía porque equivale asimismo a un mayor movimiento (cada "mayor movimiento" indica más energía que "lo hace" o que lo precisa y, asimismo, más masa).


En mi ensayo llamo “contexto A” a aquel en el cual “cualquier” objeto se mueve, y significa que el espacio “ya es” un contexto, el espacial –donde metemos la cabeza, que algunos sólo lo entienden así- o si se quiere entender el general: el contexto base.


Cuando me refiero a “El movimiento (el ser)…” es que “algo es” movimiento (el movimiento alude a un ser, a un algo, a una clase de energía que se mueve) que actúa con unas pautas de transformación diferentes a otro algo, quiero decir, es “lo que se mueve” como elemento de todo lo que se mueve. Luego, al ser un elemento, se mueve diferente por la demostración racional de que, si no fuera un elemento, todo entonces se movería igual por una sola acción o movimiento –lo que implicaría ser fijo-.


Todo científico se apoya en argumentaciones racionales, por lo tanto lo que aduzco está dentro de lo científico, de lo racional. Uno cualquiera apoya sus argumentos sobre bases empíricas, por mi parte sólo hago cohesionar referencias o contenidos empíricos –que eso es la razón-.


El movimiento no lo sujeto o lo vinculo, de ninguna manera –pues sería irracional-, a términos estrictamente de sistemas de referencia inerciales, porque ya he dicho y demostrado que no existen como tales; algo que no ocurre con el movimiento en tanto que indica o conlleva una transformación, por ciclos también demostrados, evoluciones con respecto a ningún punto de referencia.
Por ejemplo: la desembocadura de un río no tiene algún punto de referencia, sino confluyen allí una serie de elementos y condiciones. Asimismo todo lo que os guste que os demuestre empíricamente. No digo lo que me gusta, ¡qué más quisiera yo!


La geometría cuadridimensional no posee alguna prueba, y además supondría que algo puede estar al mismo tiempo en otro lugar; por lo que nada tendría –nada estaría en un… orden, más bien en una locura- que seguir una evolución ni un ciclo al encontrarse "por arte de magia" ya predispuesto, prefijado, inmóvil al perder el pilar esencial de toda transformación: la continuidad.


Sólo algo es (existe) si continúa siendo, si sigue un proceso, de continuidad de sí mismo, sobre unas mismas o coherentes condiciones dimensionales de continuidad, y siempre en el contexto que le es propio, donde se le sustenta "su orden".


La precisión sobre la simultaneidad, que pretende la relatividad restringida, de los hechos es imposible e, incluso, más imposible en cuanto que la percepción no es ubicua: nunca existe una misma "cercanía" a dos hechos que suceden al mismo tiempo.
Esto sólo significa, claro, que la capacidad del observar no puede comportar dos observaciones al mismo tiempo, sino la atención a sólo una: a una con su velocidad propia. En la consideración de que, ya otra distinta atención, se le dará a otra con su otra velocidad.
Así, es cierto que de un anterior conocimiento depende un posterior conocimiento; es casi una perogrullada, pero piénsese que todo es... encadenamiento, suma, añadidura, no que ya va la suma dada o gratuita o regalada por anticipo mágico: en eso precisamente se regla cualquier proceso, desarrollo o evolución.
Sin duda, existe una obsesión en pensar que, si no se percibe todo o mucho a la vez, ya no existe percepción o se desvirtúa; pero la percepción es... consecutiva de la proximidad, de asimilación consecuente -coherente- con lo que está interactuando de forma directa o, bien, inevitable.
Así, por ejemplo, un depredador sólo depreda a quien es directa consecuencia de su observación, de una única realizándose con la más posible o mayor proximidad a su presa. El depredador no puede saber simultáneamente qué hacen todas sus presas en un mismo tiempo, qué comen, qué miran y qué están soñando...
A ver, esto es ya un prejuicio o un "ahogo" intelectual creado inútilmente, pues todo es eslabonado y consecutivo ya por inherencia o ya porque es la consistencia misma de todo proceso o suceder; efectivamente, existe una interacción y, luego, existe otra: la atención - o potencial asimilación- de la primera interacción no puede estar simultáneamente en la segunda. Todo esto es un problema creado desde o a partir de... una tontería.

(También, en las partículas elementales, es imposible medir simultáneamente la posición y la velocidad de una de ellas, según Heisenberg.)


La frase "A través de la luz vemos las cosas; pues, si se cambia esa luz, ya vemos otras cosas" sólo conlleva falacia.
Quizás en la historia de la ciencia jamás, jamás, haya existido una así, tan falsa y truculenta.
Veamos:
1º- La luz "lo es todo"; por lo tanto "vemos todo" se cambie o no se cambie la luz (que también derecho tiene a cambiar porque, si no, sería fija).
2º- "Si se cambia" -dicho así- es falso en tanto que nunca se cambia deliberadamente, sino más bien como una propiedad de lo que existe, que es "el cambiar".
3º- "Vemos la luz" no, no es tan cierto, sino habría que decir que "vemos únicamente luz", no la luz y luego la no-luz, sino únicamente luz; por lo tanto, es imposible ver otra cosa, otra cosa que no sea luz y, así, quedemos engañados, nos metan "gato por liebre".
4º- Siempre "se ve algo" de otra forma en otro instante, debido a que nunca es el mismo en su transcurrir: todo cuerpo se renueva a medida que es.
5º- Visión, "ver", sí, es sólo recibir luz, o sea, ver es equivalente ya a... luz; por eso, es una perogrullada decir que "vemos luz" al igual que el decir que "soñamos sueños", claro, al igual que "pensamos pensamientos"...
6º- Si la luz "lo es todo" pues, con nuestro ver, "no hay más remedio que ver luz"; y así es, pero la luz en sus formas (con sus colores a los cuales tiene "derecho") y en sus interacciones y en sus transformaciones.
Y es ella la que cambia, no es una mano mágica la que nos la cambia capciosamente o con alguna intención.
Existe una obsesión en pensar que la naturaleza nos engaña, que ya existe un "demonio" que nos lo especula todo... ¡demasiada superstición! .
Nosotros somos... naturaleza; es lo que somos, no, no lo que nos "vigila".

También, que el corrimiento del perihelio de mercurio se verificara en 43 segundos de arco por siglo no, no significa que el tiempo y el espacio ya estén casados como siempre y para siempre, y en todas las condiciones por igual.


Sobre “perspectiva”:

Racionalmente sólo puede ser la realidad una perspectiva cuando ésta la concibe, en su consideración íntegra, fuera de ella; es decir, para que se tenga una perspectiva definida o completa de la realidad obligatoriamente tal perspectiva debe originarse fuera de la realidad (algo no racional).

Más, para que un objeto -real- sea perspectiva -realmente- debe concebirse tal perspectiva fuera de ese objeto porque, entonces, no sería perspectiva al existir una incapacidad para concebir ese objeto “aisladamente”: en su perspectiva de un sujeto delimitado de ese objeto.

Más, si la realidad es una perspectiva -así-, pues es posible la determinación o delimitación de tal perspectiva fuera de ella, o sea, fuera de la realidad, en claro: en la no-realidad (algo no racional).

Ejemplo: Tú sólo puedes considerar a una célula como una perspectiva “fehaciente” o “segura” cuando tú no eres ella, sino otra cosa que dice o se imagina o sustenta que tiene una perspectiva con una delimitación o con una independencia total con respecto a ella (algo no racional).

Entonces, si los hechos reales no son perspectivas, ni pueden serlo, sólo son productos de la realidad: consecuciones de que un organismo es o comprende muchas células, muchas “supuestas perspectivas”, claramente... un producto y siempre dentro de la realidad con sus ya inevitables consecuencias reales.





HIPÓTESIS Y ERRORES DE EINSTEIN
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Einstein sostiene su teoría de la relatividad en que la velocidad de la luz es fija, que no depende ni de alguna fuerza ni del espacio, o sea, que es absoluta.
De hecho, eso se ha demostrado una y otra vez: es así. La velocidad de la luz es un movimiento constante al igual que otros movimientos dadas unas circunstancias; porque la constancia es lo único que garantiza un orden, un desarrollo o cualquier ciclo; pero ¿qué ocurriría si lo que existe fuera únicamente constante?, pues que no permitiría una diversidad, una libertad de interacción del “todo con el todo”. He ahí que son deparadas unas constancias absolutas junto a otras que, también absolutas, sólo se comportan como tal vinculadas a unas circunstancias, en claro, a unos desarrollos que han derivado.

Ahora bien, antes de profundizar sobre cualquier aspecto existencial se debe precisar sobre la propiedad más inherente –la fundamental- de lo que existe: el movimiento. Así pues, éste existe, y existe de forma absoluta, ya que lo que existe sólo existe al actuar, al desmarcarse de lo que “no posee” capacidad para algo o “ser nada” (inexistencia).
El movimiento conlleva “siempre” el que “algo se mueve”, y no sobre sí mismo sino sobre o dentro de un contexto amplio que podríamos llamar contexto A o “espacio”; por lo que toda la ciencia se fundamentará sobre lo que es, en todo caso, firme base real: el movimiento y el espacio.
Empero no pueden “unirse”, porque será muy preciso el distinguirlos (1), pues un movimiento se moverá siempre “hacia” un espacio al que aún no ha llegado –sólo llegará moviéndose-, luego el movimiento “no es” el espacio, sino éste se dirige –podríamos decir- a otro espacio –al moverse siempre-.
Por lo tanto, el que algo deje un espacio no tiene por qué determinarlo (2) en cuanto que ya no sabe nada de él, no lo “sabe” ocupando otro y, además, “no sabe” el que luego vaya a ocupar; es decir, un movimiento jamás podrá determinar un espacio al que nunca ha llegado.
Pese a quien pese, de hecho un movimiento nunca podrá influir a ese espacio en el que nunca haya estado; concretemos, por ello, en que algo en movimiento influye con una serie de fuerzas a todo lo demás o a aquello que, en verdad, es alcanzado por sus fuerzas o por sus capacidades de interacción.

En suma, al movimiento no le es propio un espacio estable (3), más bien se conforma abnegándose por obligado a un espacio estable.

El movimiento (el “ser”, el ser... movimiento, el ser una contextualización o una finalidad del movimiento) ya ha quedado dicho -por mí- que “está en espacios”, influidos, que le favorecen una “continuidad” de interacciones; sin embargo, hay algo más: el movimiento dura o, al menos, dura en el proceso al que se encuentra vinculado.
Si es un movimiento máximo de la energía, por supuesto mantiene una constancia –un límite, una limitación, una regla firme que consiste en que algo no puede sobrepasar un límite: en esto se basa cualquier constancia-; si por el contrario ése se constituye dentro de una estructura compleja donde actúan diferentes fuerzas, pues “transcurre” dependiendo de ellas o en atención a ellas se regula o se delimita.

En efecto, un movimiento dura (normalmente “prosigue” un movimiento en otro; he de señalar que se debería decir "transcurre" en vez de que "dura", en tanto que duración implica, cuando se habla de movimiento "per se" y no de sus desarrollos, que termina algo, o sea, que la materia se... destruye) al margen de que el ser humano lo mida; pero el ser humano –por su atrevimiento- lo mide y no más que con unos intervalos o recurriendo a unas referencias de distancia que denomina “tiempo”.
Bien, lo hace para una utilidad suya; no obstante, ¿existe el tiempo sin distancia? Pues sí, la respuesta es sí (1) al poderse medir el movimiento por referencias a lo que ya le es connatural: por ciclos, por desarrollos, por logros de límites, etc.
Es decir, el tiempo se mide según qué aspecto del movimiento se quiera medir considerando que tal tarea, el medir, será como “sujetar” al movimiento si se hiciera únicamente con unas referencias de distancia –un error que comete ya el ser humano, pues debería decirse “distinguir las duraciones”-.

En esos términos, sí, el problema más grave de la ciencia empezó cuando el ser humano se obsesionó por medir el tiempo con esa idea de relacionarlo a la fuerza con la distancia pues, si con “perfección” la naturaleza lo “admite” o lo distingue por ciclos o desarrollos (por ejemplo, la vida dura lo que dura el proceso desde que se inicia la formación de los órganos de un ser vivo hasta que se descomponen o al perder esos el control funcional de su sistema nervioso), el ser humano lo extrapola, lo lleva al inventado y tendencioso “tic-tac” logrando, así, una tabla rasa ficticia para todos los desarrollos existentes -a veces totalmente distintos unos de otros-.
No, con contundencia no sólo existe el tiempo que un movimiento recorre una distancia porque, asimismo, existe el tiempo que un movimiento resiste a otro movimiento –el de una masa “más en reposo” ante otro movimiento-.
Hay que tener en cuenta, por tanto, que el movimiento –o la vida- no recorre un “espacio base” –algo que está esperándole- o un espacio estable en virtud de que transcurre o prosigue por “espacios” nunca idénticos (3); aún más, el movimiento no puede recorrer en el fondo nada, sino que se va formando –se mueve nunca en una misma base- o conformando y, a su vez, deformando en el espacio en general (2).
Aclarándose: el movimiento se conforma –al interaccionar siguiendo un modelo estructural o su desarrollo- y, al mismo tiempo, se deforma –por factores que frenan más o menos el que siga a ese modelo estructural-: cuando chocan dos estructuras complejas por ejemplo.

Con lo dicho, el espacio no puede quedar preestablecido por una concepción de distancia (1) porque son “espacios”, ocupaciones continuamente las que determinan cada movimiento; y advirtiendo que de algunos “espacios” nunca un movimiento sabrá nada, es decir, les serán siempre ajenos “existencialmente”, ni los que en verdad poseen no son un “uniforme” para siempre. Con el tiempo ocurre lo mismo, que no lo dicta un movimiento en particular –que comporta sólo uno-; por ello, sí, habría que hablar de “tiempos”, siempre de "tiempos" e, incluso, infinitos (de los cuales el ser humano elige, se entretiene en ello).


La teoría de la relatividad expone, en cambio, la acertada relación que intensifica todo movimiento con su masa, con su expresión de energía condensada o de materia; esto es, el movimiento que se realiza es equivalente a su masa, de una forma proporcional y de ahí que la referencia a esa proporción sea la constante de la velocidad de la luz para una formulación en concreto (E = m . c al cuadrado) significando que, cuando algo varía energéticamente, varía en proporción su masa (esta formulación no es la única e imprescindible a la cual dependen todas las formulaciones energéticas; ya he demostrado en anteriores ensayos que, con cualquier constante, con ésa o aquélla, es fehaciente una formulación energética).
Por de pronto eso es así, pero Einstein habla de tiempo también, que éste decrece o disminuye (¡nunca!, nunca se diga ni en broma que el tiempo "se dilata" para que halla una "duración" menor, que es una insensatez, puesto que la dilatación sólo es propia de lo material, no de una dimensión o, mejor, nadie lo ha demostrado jamás) cuando un movimiento se acerca a la velocidad de la luz con respecto al punto de referencia inicial, o sea, con respecto al lugar en donde se originó.
Sin duda, si algo se mueve “más rápido” que el planeta que deja –que nunca alcanzará un movimiento cercano al de la luz- envejecerá menos que tal planeta y lo que esté en él – es evidente, un tonto lo sabe-; según la ecuación de Lorentz: t = tiempo inicial (l – v elevado a la potencia 2 . c elevado a la potencia -2) elevado a -1/2, conforme a la relación v elevado a 2 . c elevado a 2 (he de indicar que esto de Lorentz está sujeto únicamente a la formulación einstiana).
Si un objeto se aleja de nosotros cercano a la velocidad de la luz, desde nuestra observación o sistema de referencia la longitud (su largura ante una observación) del objeto disminuye –considerando que atiende a una condición curva del espacio o a una "curvatura", nada va en línea recta- y su duración de tal longitud –al ir a tal velocidad con respecto a otro sistema de referencia- aumenta.
Claro, razonable es que aumente si el movimiento en el cual se encuentra contenido es mayor con respecto a otro –considerando siempre que en un movimiento cercano al de la luz todo dura menos (en rapidez, y en llegar a sus umbrales de rapidez), está más cerca del límite, se necesita más energía para estar ahí-; pero no en el instante algo consigue tal velocidad, en realidad muy poco y nunca una estructura compleja como la nuestra (muy a veces el gran error o la falsedad de fondo radica únicamente en la descontextualización, en lo no propio de algo).


Einstein cae en el facilismo o en la ligereza (la cual he denunciado siempre o advirtido a otros) de atribuirle un “tiempo de utilidad” a lo que ya está demostrado como constante en cualquier sistema de referencia; conque será “tiempo” para él la distancia que se deduce de esa velocidad, y la impone como “duración sucedánea” a todos los movimientos (un procedimiento reflexivo así: si en una distancia hay tiempo, ¿cómo no?, pues utilizo esa distancia constante para hablar de tiempo, sin restricciones; si en el tocino hay velocidad –alguna hay-, pues utilizo el tocino como medida de velocidad) (1).


De antemano, una estructura compleja cercana a la velocidad de la luz dejará de inmediato de forma irreversible de ser ella: ocupará rápidamente más espacios, o sea, abandonará una naturaleza a la que no, no volverá intacta o intentando seguir con aquél añorado tiempo, el de su anterior sistema de referencia.

Por ejemplo:
El señor A va en un tren X y el movimiento de este tren lo mide “participando” en ese movimiento, es decir, dándolo como adherente (adherencia más en el sentido de correspondencia, porque se está hablando de una observación para... medir) a sus medidas; pero el señor B que se sitúa fuera del tren X lo medirá con el movimiento adherente al suelo, a su sistema de referencia, lo que determina una “desubicación” para medir por igual el movimiento que corresponde al tren X. A ver, dado esto, el señor A participa –no tiene, pues él “per se” no puede alcanzar más que su movimiento- en el movimiento adherente más cercano al de la velocidad de la luz.
Ahora bien, si hipotéticamente el señor A tuviera el movimiento cercano al de la luz y luego decidiera volver a otro movimiento menos rápido, por supuesto, seguiría viviendo en el tiempo que ahí le corresponde y… más joven que el señor B.

El señor A, sin duda, habría vivido dos movimientos adherentes; todo un privilegio con respecto al señor B que seguiría con el suyo. Esto se ha imaginado así; pero es una… falacia, puesto que la medición –la que se ha realizado- sólo ha atendido a las medidas de movimiento del señor B cuando, en realidad, el señor A no ha atendido a la suya misma ni a sus “posibilidades” con respecto al señor B.

Más claro:
Imaginen dos personas viviendo en un mismo tren que hipotéticamente viaja cercano a la velocidad de la luz; bien, aunque en un principio los dos se encuentran en el primer vagón, uno es más libertino y decide alejarse –corriendo- hacia el último vagón. De esa forma, en efecto, siempre “el que se queda” llega antes a la muerte –porque sólo cuenta con un tiempo o con un sistema de referencia, no tiene otro recurso ni truco ante él-; sin embargo, “el que se aleja” resta movimiento a ese proceso y, a la par, tiempo.
Además, ahí, advertido lo ocurrido, otro señor fuera del tren puede admitir que un señor envejece menos, eso es lo que dice-¡ah!, pero no deja de envejecer porque también le afecta el… tiempo-.

Pues bien, si los dos que se encuentran dentro del tren quisieran verse, “el que se alejó” tendría que volver y precisamente en esa acción usaría -“perdería”- la energía –la ventaja- que necesitó para alejarse, el otro movimiento adherente al que estuvo vinculado: al final se verían como lo hicieron inicialmente, en un mismo contexto, sobrellevando unas mismas reglas de tal contexto, fuera de fantasías o de trucos.

Y es que con el movimiento cercano a la velocidad de la luz no se juega, por razón de que no es algo que corresponda a una decisión de ida y de vuelta, de “súbete a la velocidad de la luz y date una vuelta”, ni menos de dimensiones inventadas (una vida en cuanto deja de ser vida con otro movimiento no puede construirse tal como se dejó).


Einstein sostuvo que el Sol no atrae a la Tierra, sino que la Tierra ya “porque sí” está encerrada en la curvatura del espacio que el Sol provoca; y que la Tierra continúa arrastrada por su propia inercia. Por eso, la cantidad de energía concentrada no hace sino influir en el espacio que la rodea y, así, lo que hay en éste se dirige por su propia inercia hacia el centro de la curvatura ("curvatura" no es "concentración", desde luego, pero sencillamente toda concentración hunde o deforma consiguiendo con ello una mayor "condición curva" que da Einstein al espacio -instalándole un "punto de singularidad" o hipotético al ser esa "condición curva" máxima-, siempre, siempre por... la concentración): hacia la mayor energía concentrada (3).
Entonces, dicho tal cosa mientras no se censure al que demuestra, todo curva su movimiento a causa de una curvatura existente siempre por concentraciones de energía. En tal supuesto, si se curva la distancia, el tiempo también; y todo –así él concibe la gravitación-.
Durante un eclipse de Sol la luz de las estrellas nos vienen gracias al eclipse: la luz se desvía de su trayectoria cuando pasa cerca de una mayor masa.
Por otro lado, Einstein se atrevió a revolucionar el espacio euclidiano de tres dimensiones añadiendo otra, espacio-tiempo, donde el espacio es continuamente espacio-tiempo de forma constante o absoluta.

Bien, tras lo que dijo él, en primer lugar, una dimensión del espacio es por menos una “dirección” (3) que la posee siempre el espacio, incluso con la carencia de energía tan activa, "interaccionante", sino más en latencia, en reposo (sería, pues, una dimensión de distancia); conque en un espacio lo más próximo a nada -o imaginablemente nada- nunca le será “demostrado” esa dimensión "suya" de espacio-tiempo que la depara como una propiedad energética más que como una propiedad … espacial.

Si es así, si en verdad toda la materia del Universo se concentra y ya ha predeterminado –según dice él- una curvatura infranqueable en torno a ella, entonces “ya” la materia estaría condensada para no salir de ahí, ya lo estaría con tendencia a lo fijo, a la inevitable inacción a la larga, pues el probado punto subatómico o fondo de radiación desde luego crearía tal “hundimiento” del espacio que de inmediato se cerraría o “se instalaría” en la inacción por tal confinamiento establecido; o sea, dejémonos de rodeos y despiértense algunos científicos, ninguna fuerza de implosión podría franquear esa predeterminación espacial tan absolutamente… cerrada.

Bien, Einstein no probó sino una evidente constancia de la velocidad de la luz pero, con aforo a eso, confundió lo demás. Aportó pero enturbió todo lo demás (que es más grave).

Porque él mismo demostró sin darse cuenta que "su" supuesto tiempo es absoluto, que ya lo es –el que tarda la velocidad de la luz en recorrer una distancia- y después como conclusión precipitada soñando en “viajes” lo señaló como... relativo, algo que jamás ha demostrado y ni en sueños (pero para los sentidos subjetivos humanos, claro, una cosa desagradable parece que "dura" más por la sencilla razón de que quieren salir de esa situación: la angustia por poca siempre parece mucha en tanto que los sistemas de supervivencia quieren salir de ella, y !pronto!).

La luz viaja en todas direcciones como lo hace todo lo demás conforme a un contexto –se expande-: un protón no curva él el espacio para que los electrones le obedezcan, únicamente eso es así, por órdenes y condiciones armónicas: de cohesión sobre todo (por dependencia -de que nada está plenamente aislado- siempre hay leyes), de energía de enlace, de magnetismo, de energía de enlace iónico, etc.

“Dios no juega a los dados” era su obsesión, además, que nada tiene que ver con una coherencia que siempre rompió o que rompía o que abandonaba a cada instante, como queriendo predeterminar que cualquier movimiento siguiera ya a su imaginación, a sus reglas de “juego de ajedrez”, y que incluso todo respondiera a un “tiempo único”o a un “espacio único” – todo mezclado-, de ida y de vuelta, humillando a la particularidad de un contexto que se regla siempre diferentemente a otro contexto.


En definitiva, Einstein como resultado elude la coherencia; sí, hay que reconocerlo, descubre en una fórmula una constancia energética pero, de ahí, deduce lo que nada tiene que ver: la existencia de un espacio-tiempo. Y ¿por qué no –de paso- la existencia de un espacio-tiempo-energía-antienergía? Y ¿por qué no la existencia de un tiempo-antitiempo frente a un espacio-antiespacio?
Y, para colmo, ¿por qué no un espacio creándose dentro del tiempo de un no-espacio?

Él fue un… fabulador, uno que mezcló todo para que saliera algo (con la simpatía -que es sin más un apegamiento a algún poder o costumbre popular por rentable demagogia- siempre se triunfa, aunque se hayan utilizado multitud de mentiras o de justificaciones injustificables; así agrada tanto la simpatía a los dictadores y al prejuicio convencional, ¡ah!, otra cosa es la gentileza... desde la integridad ética); por confundir confundió hasta lo imposible con enredos imaginarios porque vinieran luego otros y... los desenredaran. ¡Qué fácil es lo fácil!

Las fuerzas, sí, se han demostrado que existen, según qué interacciones la energía conlleva unas fuerzas o maneras de proyectar las consecuencias de esas interacciones de movimiento (3).
La energía "en estado potencial" ya es una fuerza: una capacidad para atraer más movimiento y, de hecho, el electromagnetismo -el resultado de intercambio de fotones-… existe, es un ejemplo.


El movimiento no preestablece como “inamovible” el espacio (2); nada se concentra en una predeterminación -para que algo vaya a ser- que antes hizo el movimiento (por nebulosas se forman concentraciones o galaxias no en función de hundimientos, no en función de algo o de un guión de movimientos que todos deben leer y seguir-, es decir, no lo origina o no es la causa el espacio mismo, sino la acción de algo, sino determinándose conjunciones de movimientos, los cuales interaccionan entre sí.

Una mayor cantidad de movimiento actuará siempre sobre una menor cantidad de movimiento (por su inevitable capacidad de interacción), no evidentemente sobre la nada: la energía dirige su acción –para que sea acción- a la menor energía cercana.
La Tierra actúa sobre la atmósfera porque sencillamente mantiene una constante interacción con ella, digamos, le es propia en una conjunción de fuerzas o se encuentra en su ámbito de acción; pero, aún más, la gravitación es limitada como cualquier fuerza y contrarrestada por otras fuerzas o por otras gravitaciones. La Tierra atrae a la Luna en una misma proporción -con respecto a la masa y a la distancia de cada cual- que el Sol atrae a la Luna marcándose, así, un equilibrio estático –todo lo posee-.
Es decir, no sólo la Tierra atrae a la Luna en su rotación elíptica sino que es atraída la Luna por la misma inercia de su masa en el espacio, por la rotación y gravedad de la Tierra y, a su vez, por la inercia y gravedad del Sol.


El espacio es imprescindible para la energía, absoluto, no puede ser relativo ni en cuentos; el tiempo también; y cada elemento que exista es necesario energéticamente (¿cómo se pueden negar o "matar" elementos de energías, aun por muy pequeños que parezcan?), y no es una imposición fantástica de nadie: Todo elemento es absoluto en cuanto a que no se puede negar ni prescindir, existe ya, se quiera o no se quiera, se le califique o no se le califique emocionalmente.
Luego, nada ni nadie es quién ni ha demostrado jamás que algo sea relativo (es una locura ya el imponerlo, por sinrazón, por dictadura, por mentira, por hacer películas, por intereses mediáticos o por estupidez irreversible).


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(1) El movimiento no es el espacio, "lo que se mueve" ocupa "un espacio de movilidad" y luego otro; luego, el movimiento NO ES el espacio. De esta manera demuestro que, si son dos cosas, PUEDE EXISTIR un espacio sin movimiento; es decir, un espacio con... nada (en vacío físico): un espacio sin distancia (sin "elementos distanciales" y, por lo tanto, sin distancia) y, entonces, porque es éste sin distancia, el tiempo no necesariamente tiene que estar vinculado a la distancia (algo que refuta todo lo que sostuvo Einstein, se cae en picado).

Si algo no "contiene" elementos, entonces "no existe": es nada (siempre entendiendo "nada" en este ensayo como "no haber algo" (ser algo... imaginado o inexistente en física), o "vacío físico" pero prefiero siempre elegir mejor "nada" por cuanto que, ya utilizar "vacío", significa que lo aludido se ha vaciado -lo mismo que establecer "alto" equivale a que YA estás estableciendo "bajo"- o que antes ya ha estado lleno y no, no siempre tiene que ser eso forzosamente de tal manera).


(2) El movimiento NO determina al espacio, sólo lo conforma; de hecho, está demostrado en las "camaras de vacío" en donde SÍ hay espacio y... desaparece el movimiento (y, también, se elimina en las cantidades que se desean).

(3) Al movimiento no le es propio (no tiene la propiedad) de un espacio estable, sino el que le conforman otros movimientos: las interacciones.


- - -


Nota.-

Existe un malentendimiento de que la relativilidad es ya antigua y viene de Newton, Galileo, etc.; pues bien, tal como se ha expuesto modernamente, tal como se ha querido y se quiere asentar científicamente, sólo es pura concepción einstiana.



Otras notas.-


(1)

Lo verdaderamente importante de cualquier pensamiento, reflexión, análisis o estudio más o menos amplio es que éste diga algo nuevo o, al menos, desde luego, que se exponga o se haga con "otro procedimiento" o de otra forma; sólo eso, más que seguir repitiendo lo mismo con sus errores y, aun, desatender el sentido crítico.



(2)

Uno ha dicho que "los colores no están en el mundo, sino en los ojos". Bien -en tal seguimiento-, los colores "no están" en el mundo, sino en los ojos; asimismo las palabras "no están" en el mundo, sino en la voz; el perfume "no está" en el mundo, sino en el olfato; la bombilla "no está" en el mundo, sino en la técnica; igualmente el sonido "no está" en el mundo, sino en el oído; una carretera "no está" en el mundo, sino en una "materia sólida"; etc., etc., etc., y así llegaríamos -a lo loco- a que casi ni el mundo ya... "está".

Pero, con sensatez, los ojos o el oído o la bombilla, por ejemplos, ¿dónde están?, ¿dónde?, ¿no están acaso en una parte del mundo como todo?, o sea, ¿no son... del mundo, del mundo éste que hay o del mundo -digamos- en general?; en eso, el sonido sólo y únicamente "está" en el oído, no en la Luna, no en Carpanta o en Filemón, no en ninguna parte sino donde obligatoriamente tiene que estar: en el oído.
Asímismo los colores, asimismo el perfume, asimismo la carretera.

Y es que nada es ubicuo, nada está en el mundo total, en el mundo mundial o en el total mundial de las mundialidades si... así se entiende. Por ello, los colores están en la visión, el sonido en el oído, la bombilla en la técnica, la ética en la sociedad, los pájaros en el aire, etc., etc., etc.

La estancia no es ubicua, sino tiene... su estancia concreta -ni menos y ni más que cualquier otra válida-.

(Y se puede pensar que esto o aquello no es perfecto, pero nada lo es tal como lo preconcebimos con un ideal o... modelo)




_ _ _




José REPISO MOYANO

ENSAYO CRÍTICO SOBRE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD
fue escrito en el año 2003 y publicado en:

LA JORNADA
( www.jornada.unam.mx/2005/06/05/sem-cara.html )
DIALNET
KONVERGENCIAS
DIARIO GRANMA
Biblioteca UNIVERSIA

(En una revista escrita, 2005, y en mi anterior blog -ME QUEDA LA PALABRA- se publicó casi tal como está)



* * *




(Aquí, en este blog, se le ha añadido unas correcciones precisas)















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CINCO ARTÍCULOS ( RELACIONADOS )
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LA MASA LA CAMBIA SÓLO EL MOVIMIENTO


La física – la ciencia en general- no puede vivir sin un concepto: energía. Este concepto está basado en que cualquier cuerpo cambia en función o a causa del movimiento obtenido en sus interacciones, o sea, cualquier cuerpo está determinado, totalmente predispuesto a cambiar siempre y cuando exista movimiento, siempre y cuando exista o bien su propio movimiento –por lo que cambiaría sólo su forma- o bien otro movimiento que actúe sobre él –por lo que cambiaría su energía-.

Así, algo es más o menos energía, pero nunca deja de ser energía, gracias a o consecuente con el movimiento. Esa es la esencia, que algo siempre es movimiento porque es capaz de cambiar y, a su vez, de variar su intensidad de cambio o de transformación con respecto al movimiento adquirido –algo resultante del liberarse o del concentrarse energía- (1).


La formulación de Einstein (E=m.c al cuadrado) es el asumir tal hecho, el de la relación entre materia y movimiento. En el fondo es una relación o correspondencia entre masa y movimiento que, aunque simple, no se advirtió anteriormente de manera precisa.

El caso es que ya Copérnico se rebeló contra la “cosmología fijista” señalando que los planetas “giran” alrededor del Sol; lo que Galileo corroboró más tarde sobre una demostración ahora experimental; y a lo que Kepler añadió, también con mediciones, el movimiento elíptico de ellos (2). Sin embargo, sería Newton quien aportara taxativamente los motivos de por qué se mueven los cuerpos, asentando unos principios básicos y, con ellos, atribuyendo a “todo moverse” la acción ineludible de una fuerza o de unas causas o causas físicas que lo determinan. Tales causas, en claro, consolidan o determinan que algo es estable o tiende a una constancia mientras tarde en ser presionado por la intensidad y frecuencia de una acción externa y, de cómo sea ésta, se conformará otra tendencia estable en su potencial de concentración o cinético o centrífugo; de lo cual se fundamentan los átomos en otro contexto o nivel energético.
Es decir, algo permanece en sí mismo, permanece estable, se resiste a cambiar mientras otro algo no sea lo suficientemente energético para variar más o menos su estabilidad, para separarlo más o menos de su estabilidad.
He ahí la fuerza mayor, la de continuidad, la de seguirse a sí mismo, al “presente estado”, o la que permite que se fortalezca una estabilidad como “tendencia primera” o prioritaria de un cuerpo. Es la fuerza de atracción, la que siguiendo a un principio de conservación favorece al mismo tiempo al contexto energético mayor, la que dice que cuando actúan entre sí o interaccionan dos cuerpos el que sale ganando en energía es el que posee mayor energía.
Ejemplos: Si se "enfrenta" un mosquito a una montaña tiene todas las de perder, si se "enfrenta" un electrón liberado a un átomo tiene toda las de perder, si se "enfrenta" un grupo de estrellas a un agujero negro tienen todas las de perder.


Ahora bien, aunque la relación entre masa y movimiento exista, o sea muy evidente, sólo es posible llevarla a una formulación matemática si a un movimiento concreto le corresponde una constante matemática, esto es, sólo es válida tal o cual formulación que se consiga con una constante absoluta; y Einstein se la atribuyó a la velocidad de la luz. Por lo tanto, sin restricciones, sólo se sustenta esa fórmula con ese descubrimiento: el de darle un valor matemático-absoluto a un movimiento de energía gracias simplemente a una constante, y en este caso es la velocidad de la luz.

¡Ah!, pero Einstein no fue el primero en tener en su mente esa idea ni en lograrlo matemáticamente, anteriormente Planck ya lo logró al considerar y demostrar que la energía es igual a un quanto de acción por la frecuencia de la onda de luz donde, en vez de ser la velocidad de un rayo de luz, la constante es aquí la frecuencia de sus ondas.


Según tal disertación, según tal base coherente, pues perfectamente podría ser la energía igual a la masa por otra constante de movimiento energético si, eso, se demostrase en adelante; luego, con esa posibilidad, teóricamente -dentro siempre de la racionalidad- puede formularse que la energía es igual a la masa por una constante de su movimiento energético, relacionándose así “más ampliamente” la materia con el movimiento, ante o con “otras posibles formulaciones”.
Quiero decir aquí que en cualquier formulación de lo que es energía no tiene por qué estar la constante de la velocidad de la luz, sino otra que se demuestre como constante.


Pero, ante todo, es muy importante el considerar que Einstein maduró algo que ya era evidente de simple, que además ya se había formulado de otra manera; en cambio, no lo explicó ampliamente en el mismo contexto al que pertenece su evidencia.

-

(1) Algo se predispone a sí mismo como acción, se capacita como acción, posee actitud de actuar antes del actuar mismo.

(2) Nunca se debe olvidar la aportación también de Francis Bacon incluso anterior que la de Galileo como inductor del método experimental o científico –adelantándose en ello a Descartes-; tampoco la de Thomas Hobbes puesto que, para él, la realidad se resumía o se deducía de los “movimientos de la materia”, es decir, para él la materia comportaría movimientos de energía. Esta nota -en este artículo- ya se ha publicado de una forma errónea, pues, debe como aquí hacer referencia a los dos pensadores: a Francis Bacon y a su discípulo Thomas Hobbes.





LA FUERZA DE ATRACCIÓN EN LAS PARTÍCULAS ELEMENTALES


No, no es cierto que la fuerza de atracción esté excluida a un nivel más pequeño –el cuántico-, sino se fortalece, se sustenta ahí precisamente. Lo que ocurre es que, en un contexto –el de la materia compleja que observamos a diario-, la masa conseguida es lo que determina más cohesión (1); si lo prefieren más acción compacta y no densa; si lo prefieren más acción conjunta o colaboracionismo entre partículas.
Por lo tanto, los contextos no se “matan” el necesario interés por la cohesión, por la atracción, únicamente ocurre que ese interés es diferente.


Sí, los factores o circunstancias que favorecen el “atractivo de la comunicación entre partículas”, que ayudan a que las partículas se conozcan (luego en ese “diálogo” se sustenta lo que existe; si no, se dispersaría con pocas ganas de “verse”), son distintos con respecto a ciertos estados o capacidades en los cuales las partículas se hallan.

Por ejemplo, imaginad que dos partículas -también pueden ser dos grupos de partículas- van a “conocerse” y cada una lleva una “intención” –digamos mejor una capacidad-; pero, una, lleva una carga eléctrica positiva y, otra, negativa.
El encuentro, así, sería un lamentable fracaso (de repulsión, en efecto, existe obligatoriamente porque en la acción energética sus integrantes o sus protagonistas –las partículas- poseen caracteres diferentes que los identifican y, por ello, demuestran simpatías de acción, o que hay cierta libertad por decidir las acciones, cuando ésas se encuentran; si no, actuaría sólo una única forma de energía pura y… con nada) a no ser que intervenga otro elemento, un tercero, por el que los dos sí mostrarían un interés –se lo disputarían-; en claro, en coherencia, con ese truco porque no se distancien aparece el motivo para que interaccionen “por formar otra cosa”, ya que al menos ahí quedan sujetos al elemento que les provoca una atracción o una vinculación de uno con el otro.
Ése precisamente es un elemento-enlace que posibilita la interacción y, además, la cohesión; en el átomo es el neutrón que expone su energía –neutra con respecto a las demás cargas - tanto a los electrones como al núcleo protónico –pero la fuerza de enlace es mayor hacia el protón, pues, consiste esa intensidad de fuerza de enlace en la cercanía, no en la pérdida del mismo enlace-; en el resto o en los contextos primordiales de energía es el bosón que sirve de enlace a los fermiones, ésas partículas enlazadas, las cuales “prohíben” que dos estén en el mismo estado físico: “Principio de de exclusión de Pauli” (2).

Facilísimo..., eso lo entiende un niño de cinco años.

Ahora bien, el bosón será distinto según el tipo concreto de interacción; si es con la fuerza electromagnética –a través de cargas eléctricas- directamente se tratará de un fotón, si se trata de una interacción dentro del núcleo atómico para que los quarks de los protones y de los neutrones sigan “confinados en su interior” –interacción fuerte- se tratará de un gluón –el que modifica el color de los quarks- (3), si se trata de una interacción inapreciable –interacción débil-, puesto que los fermiones se repelen, provocada por un elemento que permite conservarles las otras interacciones es un bosón intermediario ya de muy corta acción y duración, el cual termina “desintegrándose”.
En la fuerte intervienen los hadrones –protones, neutrones, etc.-, en la débil no, sino partículas más libres en su otro sistema de energía (4).
No obstante, la interacción débil (5) rompe con el “principio de simetría”, con la “invariancia CP” –carga y paridad de sus integrantes-; pero vincula –corroborándose lo que anteriormente dije- a un electrón con un neutrino por ejemplo, al menos respondiendo a algo que les provoca una atracción o una vinculación entre ellos.
Esa es la clave de la formación o transformación de materia: la de la capacidad asociativa –o por vincularse- de lo más elemental o “infinitamente pequeño” que, al ser tan rápido, pierde en breve su identidad o acción individual; es decir, en un concreto ejemplo, pasa de ser quarks a antiacción de quarks, pero en un intervalo tan estrecho que, tal acción de quarks, es continuista, no se pierde, sino que se transmite en pro de mantenerse, de una continuidad.

Bien, imaginad que una persona empujara a un carro llamado “quark” representando ser así “su capacidad de acción”(6) pero, debido a que el contacto con él no siempre será ni puede ser igual –al respecto, las partículas vencen saltos en el vacío- en intervalos “infinitamente pequeños”, pues, en esos intervalos se pierde de empujar con la misma intensidad.
Con ello o como consecuencia, sí, se perderá su estabilidad o su simetría interior de “carga de acción o de predisposición de acción” –puntualmente-; ¡ah!, sin embargo, por inercia de continuar a la mayor dinámica energética tal capacidad de acción no se pierde, se ha molestado podríamos decir.


(1) En la materia compleja la fuerza de atracción es gravitación; esto implica que es proporcional al número de partículas que la conforman –masa- y, así, “como en un conjunto” actúa esa fuerza. En el electromagnetismo la atracción es un “momento magnético” al compensarse cargas de diferente signo eléctrico.

(2) En el sistema fermión sus constituyentes trabajan de una manera individualista –conservan una paridad entre ellos o una simetría de paridad-, en cambio, en el sistema bosón trabajan asociativamente, “haciendo lo mismo”, como continuando con fidelidad a una misma misión.
De ahí que los fermiones entre sí solos provocan repulsión, una defensa de la conservación de sus estados. Y cuando “desaparecen” lo hacen en conjunto; por su parte, los bosones se interponen –se cruzan- y “desaparecen”… solitarios.

(3) El color de los quarks es sólo una carga –no eléctrica- que permite determinar cómo ellos responden a la interacción fuerte; al igual que lo hacen sus cargas de sabor con la interacción débil.

(4) Tanto la interacción fuerte como la débil son de poco alcance, sólo prevalecen en virtud de una cercanía, de una aproximación entre las partículas.

(5) El elemento-enlace actúa como si recibiera energía “al mismo tiempo” que el elemento que la libera tal energía la restituye.

(6)Quiero decir que el movimiento no puede evitar lo "fractal" (por vencer saltos en el vacío) ni tampoco puede evitar lo continuo por el mismo Principio de Inercia (tender a continuar expresando su energía en movimiento).






LA CAPACIDAD DE TRANSMITIRSE LA ENERGÍA


La luz como energía pura –además de ser una onda electromagnética que se comporta a veces como corpúsculo- es una radiación, o sea, una emisión de fotones -a los que no les afectan los campos eléctricos o magnéticos- que, mientras se irradia, lo hace siempre como onda –con longitud corta- “rodeando” e iluminando –siendo absorbida o reflejada- los cuerpos a una velocidad de 300.000 Kms por segundo. Bien, cualquier tipo de energía se irradia de alguna manera ya por ser movimiento pero, cuanto más densa sea esa energía, más capacidad tendrá para irradiar tanto radiaciones de naturaleza corpuscular como de naturaleza electromagnética.

Lo que ocurre es, en el fondo, que las radiaciones de longitud de onda corta –las que corresponden a las de color amarillo hacia el azul- son el resultado de esa alta densidad –derivadas de una alta energía concentrada cuyas partículas se mueven muy rápido- junto a una alta temperatura imprescindible. Porque toda temperatura responderá a cómo se ha comportado una densidad con sus componentes o, mejor, responderá a cómo han sido las interacciones de sus componentes: unas más agresivas que otras para transformarlos y producir calor.
Así, las transformaciones rápidas son expresiones de calor o, más claro, cualquier transformación energética será más rápida en tal o cual medio que esté influido por el calor o que sus “protagonistas” posean una alta temperatura.
Es decir, la densidad determina –antes de que lo condicione- un movimiento más rápido por estar ya ése presionado por un espacio reducido; y la razón primordial es que en la densidad participan más partículas aceleradas alrededor de un solo “núcleo” y, ello, hace aumentar la masa.

Algo claro: Si hay más partículas, pues, más masa; aunque estén… más cercanas.
Con eso, el movimiento por separado no determina las decisivas transformaciones, sino que ese movimiento tendrá que ir a “enfocarse” en un escenario u obligación que las permita por el Principio de Atracción, o sea, en una densidad que asimismo girará o rotará en el sentido que le favorezcan sus interacciones electromagnéticas.

Así que una densidad rotará porque tendrá que desplazarse –moverse- igualmente por el espacio y lo hará imitando al nivel de energía más inferior, al de las partículas elementales, que lo hacen con un movimiento ondulatorio. Pues ¿acaso puede ser en línea recta continua cuando la energía debe ser desplazable en todos los sentidos? Si eso –ese deber- no ocurriera la energía no llenaría el espacio, sino lo vaciaría siempre a sus lados puesto que, ¿cómo se llenaría –se formaría llenándose- una densidad si todo el movimiento se alejara en línea recta impidiendo cualquier concentración?, ¿cómo interaccionarían las partículas con movimientos rígidos, “llegando” a la inmovilidad o pretendiéndola, y no a la vibración o a la sensibilidad orbital que les permite formar estructuras complejas?

Tened en cuenta que el movimiento habrá necesariamente de formar, de llenar porque siga siendo movimiento; ya que de lo contrario sería vaciarse, desaparecer, borrarse, anularse. He ahí que la densidad, cualquier densidad, le permite al movimiento esa formación, el que pueda transmitirse y permanecer, por tanto, como movimiento.

Pero, en la densidad, el movimiento es acumulativo sobre o en un mismo espacio, es decir, añade un evidente esfuerzo ante la inercia que “llevaba”; es decir, un evidente trabajo; es decir, un evidente esfuerzo ante presiones: un movimiento al estar cercano de otro se resiste a la presión de él o, más claro, el movimiento adquiere otra fuerza al lado de la suya propia de moverse y actuar con otro, y ésa es la de la rapidez.

Pues, ahí, cuando el movimiento “porta” su fuerza de rapidez, tendrá más capacidad de interaccionar, entonces, producirá sobreexcitación de interacciones, sobreexcitación por hacer ese esfuerzo; llevará luego en sí una señal por haberlo hecho: calor.

El calor es una señal de que algo ha sobrepasado una alta densidad, de que ha actuado un elemento presionado por otro, que ha soportado una presión-tensión y la transmite el cuerpo que la contenga hacia… el entorno.

Luego, dependiendo de la alta temperatura, una densidad tendrá una capacidad radiactiva; en cambio, cuanto más se acerque un cuerpo a la temperatura de 273º bajo cero menos capacidad de irradiar tendrá, pero más capacidad para absorber todas las radiaciones.

Sólo en función de la temperatura son posibles las interacciones y reacciones que se dan en la naturaleza.
En un sistema complejo, como es la Tierra, la variación de un solo grado en la temperatura media de su corteza afecta irremediablemente a todos sus componentes.
Así mismo, en el organismo de un ser humano, todos unos componentes sincronizan bien o se estructuran en armonía gracia a una temperatura; sólo pueden absorber ciertas radiaciones; sólo pueden renovarse –y algunos sólo crearse- por “determinadas” o concretas variaciones de calor que conceden otros.
Incluso para curar una enfermedad hacen falta métodos que apliquen los efectos del calor o del frío sin lugar a dudas; el frío o el calor puede, en efecto, provocarle un medio desfavorable a un virus, valga como ejemplo.

En fin, no somos sólo energía, somos… un calor de la energía.






PRINCIPIO DE INTEGRACIÓN


He de señalar que, cuando escribí este artículo, hace seis años, sólo intentaba enfocar en reflexión sólo un aspecto "físico", que se resume en: La materia no está dispersa en el espacio uniformemente, sino formando cúmulos o concentraciones debido principalmente a la fuerza gravitacional, como general, junto a otras también que actúan cohesionando (interacción fuerte, electromagnética, etc.); pues todas ellas consiguen que se cumpla un "principio de integración" por el cual, a largo plazo, termina toda la materia por acumularse, en cumplir cierta "saciedad" o llegar a un umbral, en donde las reacciones son muy intensas y en donde ya el espacio se reduce a un "mínimo" extremo (así, en eso, al lado o fuera de esa "densa acumulación" evidente es que hay un espacio sin energía, un espacio "nulo" en tiempo, un "vacío" verdaderamente "vacío" por cuanto que, lo que contuviera, "de ninguna manera hubiera resistido no acumularse" también) y, en el momento de una explosión semejante al Big Bang, pues "nace" ahí un tiempo, algo que... no había.

---Reflexión sobre "lejanía":
Se puede pensar erróneamente que la energía se aleja en un espacio “infinito”; pero, el problema radica en que nunca existe ese "lejos preconcebido", un “lejos” para que algo se excluya a sí mismo, porque de esa forma también el espacio podría expandirse infinitamente hasta... excluirse a sí mismo.
No obstante, se alejaría o se excluiría, bien, con respecto a qué, lo que quiero decir es que algo se aleja del principio de su propio desarrollo, luego la distancia y el tiempo están dentro de un contexto, de un desarrollo; de nosotros mismos por ejemplo, no de todos los desarrollos, no de todos los principios -ya que sólo existe uno para un contexto- y, si algo se alejara, ya se acercaría a otro contexto, al igual que se entiende que, si algo se aparta, se dirige a integrar... otra cosa.

Así, por esas razones, todo apto de alejamiento es lo funcionalmente necesario para que otro desarrollo sea posible, pues, de lo contrario todo quedaría fijado, concentrado “eternamente”, lo cual es imposible en cuanto a que la existencia es en esencia movimiento (reflexiono de que deben haber forzosamente interacciones o fuerzas contrapuestas).

---En ese contexto, reflexión sobre el "espacio":
Bien, sobre el concepto que tenemos del espacio siempre me he mostrado en desacuerdo, aunque sé que define nuestro espacio, taxativamente, "nuestro espacio"; ese desacuerdo estriba en que si señalamos un “punto hipotético” o un cuerpo material sobre la superficie de una esfera ¿cerca de qué se encontraría?, ¿a qué distancia se encontraría de otro “punto hipotético” sobre la superficie de otra esfera incrustada en su interior?, ¿a qué distancia se encontraría de otra formada con los elementos de ella misma pero unificados de diferente manera? y ¿qué habría detrás del “punto hipotético” sucesivo que se determina o que se ha de encontrar tras él?
Esto no es más que, si nos encontrásemos en la "entrada" de un agujero negro, es decir, "ya en su influencia" comprobaríamos siempre que todo se aleja de nosotros y más rápido cuanto más lejos algo en concreto se encontrase, eso tan simplemente nos haría llevar a la creencia de una "dispersión total prejuzgada", que todo se contrapone contra sí mismo cuando, en verdad, lo que ocurre es todo lo contrario, que la energía va a donde hay energía, sin más y que es imprudente pensar que no: que va como destruyéndose, como no queriéndose ver o anulando todos los principios que esencializan que está hecha para... interaccionar.

Con estas consideraciones, el Universo se expande porque se verifica en el "espectro electromagnético" (espectro de colores de la luz visible, ya Newton lo advirtió reflejado en un prisma, y "recientemente" en ése espectro se demostraron radiaciones invisibles, y conocidas como "ultravioletas") un desplazamiento hacia el rojo (1) del 0,1 por ciento, y porque se aleja desde una radiación de fondo; la radiación de fondo de algunos quásares llega hasta un 15, 8 por ciento, cerca de la velocidad de la luz.

Sin embargo, esto no significa que el Universo se aleja "para él mismo", sino para nosotros por de pronto, como es natural, pues "lo que se aleja más rápido" lo que, sin más, prueba es que, primero, está atendiendo a una fuerza cada vez mayor (dicho de otra manera: si el Universo realmente se dispersara lo haría siempre como una tendencia hacia la inercia - hasta llegar a la inercia o pérdida de la fuerza de reacción desde la "primera explosión"- o hacia una pérdida de las fuerzas que actúan sobre él, hacia una "DESACELERACIÓN", y no lo contrario) y, segundo, que nosotros nos encontramos cada vez más lejos por simple lógica o porque irremediablemente nos encontramos más cerca de su "origen de concentración gravitatorio": porque nos hallamos más lejos asimismo de cualquier radiación intensa por haber salido más recientemente de ella.

Esto sobre la base de que las velocidades desde la explosión son más lentas ya una vez producida esa explosión, más aún que las "últimas" -en proximidad- de un agujero negro, el cual necesita más esfuerzos, es decir, más movimiento o más fuerza gravitatoria para resistir el contener (en "fuerza de contención") toda su energía y, así, se considera es mayor en la medida de que ahí se "concentra", se contiene -"fuerza" y "efecto de contener"-, pero no ya - por el contrario- cuando la energía se libera o la fuerza energética se "desconcentra" (2) o deja de haber una reacción entre neutrones o protones para ser posible "otra más arbitraria" en la cual aquí participan fermiones -más arbitraria a favor de los leptones que pueden desplazarse más libremente y más libremente, sobre todo, ante la interacción fuerte-; por ejemplo, el "efecto compton" en donde se cede energía al electrón.

Lo que sí ocurre es que, siquiera sea un sistema solar, la gravitación (“la energía se busca para interaccionar”, procediendo a su inevitable capacidad interactiva) es semejante a una integración y, mientras se mueve hacia un extremo, aún así quiere integrarse más con esa “ansiedad rotativa-gravitacional” –la de un agujero negro-, al no tener qué integrar más, comporta o "trabaja" sobre ella misma, y consigue la "saciedad" -o llega a un umbral- o el efecto contrario cuando la intensidad de la fuerza crece “descontenidamente” sobre un mismo contenido: un punto de inflexión o centrífugo resulta... inevitable.

---Reflexión, en ese contexto, sobre el "tiempo":
Según tal coherencia, el tiempo no es que se anule, no, sino que al permitirse un "desarrollo nuevo” nace una “nueva duración” sin tener que explicarse o justificarse con la anterior, a su vez nace todo por "otro sentido" donde el tiempo es otro, donde el espacio, inclusive, es otro.

El tiempo no es portador de "la nada", sólo es la duración evolutiva de algo en un contexto, referencia al menos enfrente de lo que ocurre; y no una medida o medición necesaria u obligatoria como dimensión, en claro, sólo como algo propio a un proceso.
No es que “vuele”, que “corra” o que desafortunadamente se “detenga”, porque no tiene nada que ver... el de un agujero negro con el de un planeta donde cualitativamente cambia el contexto.
Entre dos contextos puede haber, sí, una "diferencia tal" que, al relacionarlos, eso sería como relacionar la radiación de X de energía con la radiación de esa misma X de energía, pero -¡ah!- siendo sendas radiaciones plenamente diferentes.


(1) Un objeto celeste, tras visualizarlo repetidas veces en un intervalo de tiempo amplio, se comprueba más pequeño -esto en el contexto de la percepción-, es decir, se aleja pero, además, "en su rotación", posee mayor radiación energética (éste -sus ondas de luz- se percibe, en el "espectro electromagnético", desplazándose hacia un -porque nunca es el mismo en una amplia gama de ese color y el espectro es continuo desde un color a otro- “rojo” que intensifica esa radiación -de ondas largas- visible que nos "llega"-.

(2) Esto es verificable en los quásares.



Nota.- En el espacio "per se" no existe una "lejanía" o una "cercanía"; puesto que, por ejemplo, si tú miras desde dentro (me refiero a la "entrada" o al ámbito de su influencia) de un agujero negro, "todo se te acerca" y, si miras desde fuera de él, "todo se te aleja". Pero, en realidad, ¿cómo saber si tú en verdad estás "fuera" o "dentro" de un agujero negro o de lo que se comporta como él?

Segunda Nota.- Toda radiación ya es e implica una pérdida de energía y, asimismo, una pérdida de conservación de calor y de movimiento y, asimismo, resultados de interacciones electromagnéticas y, asimismo, cambios en los estados o campos eléctricos.





VERDAD Y CERTEZA SOFISTA


Si levanto la pirámide de Keops seré el primer humano que la levante; ¡oh sí! pero ¿es eso posible? Si los tejidos humanos no se deterioraran nunca morirían. Si...

Y es que ante unas condiciones previas algo sí puede suceder; sin embargo, esas condiciones pueden ser imaginarias, apenas sin sustento real, de hecho deformadoras de la realidad, irreales.

Ahora pensemos que la Tierra empieza a girar más que el Universo, ¿se adelanta al Universo, llega a su futuro, o solamente se adelanta -varía- a su ritmo cíclico? También, que el ritmo vital de una persona se adelante, ¿viaja realmente al futuro o realmente por tonto acorta su ciclo?

Más sensatamente, con los pies en el suelo, la mayor velocidad permite dejar atrás el tiempo estándar que le corresponde a un elemento -pero no el del resto del Universo- siempre que esa velocidad se aproxime a la de la luz; lo cual, en verdad racional, es imposible porque sencillamente ningún elemento o grupo de elementos complejos jamás se han demostrado que lo puedan lograr.

Las cosas sólo son propias en contextos de energía.

Einstein estaba en un bonito sueño cuando lo dijo, en su certeza sofista; pues, si algo se acerca o supera el ritmo de su entorno, se acerca a su futuro. Y ya que estamos aquí soñemos algo más, si algo supera el ritmo del Universo llega al mismo futuro del Universo, ¿a que es hermoso? Lo que no advirtió Einstein es que el menda, uno que ha aprendido a ganar -racionalmente, no mediáticamente- sin trucos y sin influencias, le estropeara su burbuja de cristal, su fantasía.

En coherencia, también las partículas más elementales o las de la mecánica cuántica no viajan al futuro, no, sino en su presente, por su presente y, por su acción inevitable, hacia el futuro (si lo entendemos: todo es un viajador de su presente a su futuro, todo viaja, todo se mueve, y lo hará siempre hacia el... futuro; por eso, sí, se viaja al futuro pero con respecto a unas condiciones del presente, de su presente).
Un elemento ya por actuar viaja hacia un futuro -más concretamente hacia su futuro, porque está por actuar, ya, de seguido, "va a"... actuar-, hacia un efecto y, si viaja más rápido, si así es, pues lo hace en su presente físico -lo que sólo es posible tras una reacción o variación de su energía, consiguiéndose que realmente no viaje a su futuro, sino que se ha transformado -y desde esa transformación ya viaja otra cosa-, sino que viaje en su presente nuevo o en su reacción que implica otras consecuencias-.

Nada sobrepasa unos umbrales de rapidez -a lo que corresponde un estado- sin que se transforme su energía.

Todas las constantes que existen evitan que los umbrales de rapidez se sobrepasen; porque, sencillamente, esos umbrales están para algo, están para que algo -toda la conformación de un contexto con sus integrantes- persista de tal manera, sea posible en adelante de tal manera; si no, no existirá.

Ahora bien, al lado de esto, ningún elemento puede moverse más que el Universo, ya que por ser una parte de él está supeditado a él; o sea, el movimiento de una parte sólo afecta directamente a esa parte, determinará un futuro, pero no puede ser futuro previamente sin haber pasado por unas causas, por unas interacciones, por unas reacciones.

Por ello, nada ni un ser humano puede en un "zis, zas", en un abracadabra estar en un futuro, negaría todos los principios que existen, hasta la misma existencia.

Se trata de decir que el futuro es un procedimiento, no un lugar al que se llega saltando mágicamente eslabones de recorrido, sino un procedimiento inesquivable, unas interacciones obligatorias, un pasar por causas antes que por efectos; así que el tiempo, eso, en el contexto energético, es toda una "ritualidad de acción" con sus diferencias con respecto a "su" espacio que es más una conclusión, en el contexto energético, algo más general, una "determinación energética" tras lo anterior, por determinar una localización o por determinar una extensión ya posible, ya conformada, ya resultado, de lo sucedido.

El tiempo requiere procedimientos, reglas cíclicas, mientras que el espacio resulta ya determinarse de sus posibles procedimientos, de lo general; es decir, de la "infinitud" de respuestas se manifiesta, es extensión energizada, siempre en el contexto energético, del cual sólo estoy hablando.

Se ha de considerar siempre que, cuando un cuerpo empieza a "alcanzar" altas velocidades -me refiero a las próximas a las de la luz- a él le es inevitable una... transformación; luego, en adelante, lo que viaja ya "no es él" debido a esa transformación sucesiva inesquivable.







José REPISO MOYANO



(Trabajos escritos en 2003)


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28/10/2012

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