martes, 16 de febrero de 2010

EL LÍMITE Y EL NO LÍMITE

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Entre dos puntos, al no estar juntos o continuados -si no serían sólo uno-, siempre cabe otro; por lo cual eso es ilimitado, infinito. También el número π determina el no fin y la no periodicidad de sus decimales; éste, pues, en su contexto matemático tiene ésa propiedad de lo que es infinito.
Por otra parte, el tiempo siempre transcurre para algo físico, o sea, para lo que es en general lo físico y, por tal hecho ineludible, se evidencia -por propiedad- que es CONTINUO para lo físico aunque DISCONTINUO en lo ya físico, desde un algo en concreto físico, por lo que “ése algo” -algo ya hecho o determinado- se ofrece o está a expensas de lo imprevisible -o de lo ilimitado o de lo indeterminado-.

Ejemplos: El oxígeno es continuo – por propiedad- PARA un ser humano, siempre continúa en él; sin embargo, es discontinuo -no igual en proporciones, en un más y en un menos, es decir, según el más o menos gasto de energías - DESDE cada una de sus circunstancias, por las que sean sus interacciones y las cuales no están determinadas.
Un electrón es continuo, en su movimiento orbital, PARA un átomo -lo determina-; sin embargo, ése mismo electrón es discontinuo DESDE tal o cual interacción en que deja de ser determinante -o de igual modo- para un átomo.

Así es, algo en concreto físico -en un presente ya determinado, en una conjunción o relación contextual- es lo que está limitado o delimitado por sus propiedades físicas y por sus condiciones circunstanciales; o sea, tiene SÓLO unas capacidades “de lo que puede hacer” en su sólo estado presencial, actúa sólo ahí con una ya determinación, por ser -per se- un ya hecho... determinado: un hecho.
Con esa base, a partir de ahí lo que ocurre es que, sin poderlo evitar, va a interactuar ése algo físico imprevisiblemente desde las posibles interacciones o vinculaciones infinitas que puedan darse y, por eso, será algo distinto, pero indeterminado.

Todo está, sí, limitado a (al) ser un hecho; en concreto, a un hecho que ha sido “temporal”, porque sólo es hecho procesado por su determinado y propio “tiempo” -no por el tiempo-. Sin embargo, también está a expensas de la “intemporalidad” de lo que pueda ocurrir, del “tiempo no hecho”, del “tiempo no configurado” -pudiendo así, por su dependencia con el movimiento, ser totalmente distinto- no determinado o no probablelístico, ilimitadamente infinito.

Nota.- La única característica o condición -su esencia- del movimiento es el “fluir”, el no ser o estar fijo; igualmente, el movimiento sólo es..., únicamente es “fluir”. Por lo tanto, el tiempo -”un tiempo”- DEPENDE de lo mismo de lo cual depende el movimiento -siendo éste indeterminado, totalmente improbable-.

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José Repiso Moyano

1 comentario:

José Repiso Moyano dijo...

Amigo X:
Me parece muy bien lo que pretendes, ante todo valoro el atreverse a pensar y a saber, aunque haya error. Pero ese atreverse a pensar es... DIGNO.
Lo que sabemos de "frontera" lo conocemos solo en y con nuestras dimensiones, las de este mundo; lo que conocemos de "más allá" lo conocemos... desde las domensiones que conocemos, etc. Pero, el "más allá", por ejemplo, deja de ser "más allá" en el mismo "más allá", es decir, allí ya es OTRA COSA. Lo mismo sucede con "frontera" que, en la misma "frontera" ya deja de ser "frontera" ¿Lo comprendes?

Así, el "límite" también lo hemos conformado a una conveniencia de una "intelegibilidad" contextual.

Un abrazo.